Mortal

Hace meses le sobrevivo. Cuento una a una las cicatrices que ha dejado en mí, que no menores, son más hondas y oscuras las que llevo en mi cabeza. Me ensordecen en las noches, cuando pienso que ya habrá tiempo de dormir, que mientras tanto, debería estar despierta, no perderme nada, absover toda la vida que pueda de otros, del mundo, de lo que quede de mí./ -Cancer-. dijo, Jofrey, mientras tomaba mis manos fuertemente./ Hasta ese momento, me creí inmortal. No sé por qué, pues ya me había enfrentado a la muerte varias veces. Mi abuelo, quien padeció una larga enfermedad, se consumió entre nosotros. Lo vi enmudecer, mientras desaparecía incluso antes de morir. La abuela, a quien súbitamente perdimos, optó por dejarnos en un día soleado, lleno de miel y café./ Sí, siempre he tenido presente la finitud humana./ Pero ahora, cuando me encuentro en fila, me siento fuera de mí. Es como si lo que escucho le sucediera a alguien más, sintiéndome cada vez más lejos de la mujer que creí ser, extraña en este cuerpo que desconozco, con el que he pasado mis mejores y peores momentos./ ¿Cómo puedo sentir mi alma tan jóven y mi cuerpo tan desgastado?, le hablo a gritos que responda, le susurro con gracia en las madrugadas ansiosas, que no es momento de dejarse ir, intentando comprender este desbarajuste que no logro sincronizar./Probando tratamientos para relajarme, dormir bien, hacerme fuerte, sonreir, sometiendo las células y todos los sistemas a quimios cada vez más fuertes e insoportables, porque no quiero renunciar, quiero agotar las posibilidades, creer en lo divino, cobijarme en los que quiero, llorarme, aceptar mis propias pérdidas./ -Sé que estarás-, siempre lo haces./-Solo agarra fuerte mi mano, en ese momento donde ya no quede más espacio, donde el alma vuele y el pensamiento acabe.- te dije/ -Estaras siempre, en los rayones de tus libros, en las canciones de Urquijo, en los pancakes domingureos y los cafés de las tardes-, dijiste en mi oído, una tarde en la que ni tú ni yo contabamos conmigo./ ¿No bastaron 40 años de vida para agradecer y dejarse ir?, me pregunto ¿cuánto es suficiente para alguien que quiere vivir?/ Quise entonces hacerme una fiesta, celebrar el suceso de mi despedida, agradecer a todos aquellos que me acompañaron en el camino con gracia y amor./ Me llevé flores, puse bombas de colores, comí pastel y bebí vino. Canté abrazada a ti mientras bailaba mis canciones favoritas, luego llegó la guitarra y tú con ella, entonando la serenata quizá, más seria de tu vida, pero ahí estában todos, para hacerte coro, sostenerte en la lágrima./ Finalizó el día, te hice el amor, me olvidé por un momento de lo que estaba por venir, y así, muy juntos, nos dejamos ir./ Como si fuera broma, mi cuerpo decidió partir un 28 de diciembre, en medio de inocentadas y chistes flojos./ Pude sentir a todos los que amé. A mi mente llegaban imágenes que no lograba comprender, la sed invadía mi cuerpo y me costaba respirar. Me recostaste en tu regazo mientras decías palabras suaves que yo no oía bien. Me dabas besos y noté que tus lágrimas llegaban a mi rostro./ De pronto hubo silencio. Sentí que el abismo estaba bajo mis pies, sudaron mis manos, me estremecí de emoción, el escalofrío se apoderó de mi cuerpo y comprendí que ya era tiempo de volar... y entonces, sin darme cuenta, tome una última bocana de aire y, en un segundo; volé. A Bibiana Cardona. (Feb 1983 - Dic 2015)

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